He tenido suerte de no haber vivido muchas situaciones de acoso, pero me sorprende mucho que la única que he vivido y la más próxima la vivi aquí, cuando llegué a Madrid.
Estaba muy tranquila de estar en Madrid: haciendo vivido en Granada y Tenerife nunca había tenido ningún problema con ser lesbiana, ni en la facultad, más allá de algunas de estas situaciones incómodas en las que alguien te pide que seas explícita sobre tus prácticas sexuales y movidas, así que yo acuso eso más a la ignorancia que a otra cosa.
Pero sí que es cierto que, cuando llegue a Madrid, iba un dia hablando con mi novia por la calle, por Chueca, lo cual hace la experiencia aún más curiosa y un viejo nos empezo a gritar: «¡Asquerosas!¡Que asco!».
Me llamó mucho la atención porque de todos los sitios del mundo donde podía esperar que algo me pasara ,Madrid no estaba entre ellos y mucho menos, Chueca.
Agarré a mi novia por la cintura y seguí caminando.