Según la socióloga Patricia Gaytan “ el acoso sexual en lugares públicos es algo más que el desencanto de un piropo mal dicho”
Carol Gardner o Stanley y Wise están en la posición de considerar que cualquier piropo es acoso dado que significa la invasión de la privacidad
El piropo “callejero”, ese que te llega de un modo espontáneo cuando andas por la calle ¿gusta o disgusta? ¿halaga o molesta?. Mucho se ha escrito y debatido ya sobre este tema y las opiniones son de todos los gustos y colores. Como en todo en esta vida, las formas, el contenido y cómo y de qué manera provenga influyen… y mucho.
De hecho, según la investigadora Natálie Venclovska, para que una declaración sea un piropo debe cumplir con las siguientes características: tiene que ser público (que hayan más personas presentes), bonito (en fondo y forma), oportuno e ingenioso (no caer en obscenidades).
Entonces… ¿por qué puede resultar molesto o incluso abusivo? ¿Quizá la clavé esté entonces en diferenciar entre piropo y comentario obsceno? ¿Pueden influir también creencias, cultura, educación y valores?
Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud realizada por Profamilia en 2010, una de cada cinco mujeres afirmó que en algún punto de su vida había experimentado acoso sexual en un lugar público. La encuesta pone de manifiesto por ejemplo que las colombianas están acostumbradas a lidiar con piropos, silbidos, pitazos y toqueteos, y que la sociedad sigue viendo con indiferencia esas frases burdas que hacen del cuerpo un objeto sexualizado.
“Es sumamente injusto que tengamos que aprender desde la pubertad en adelante a mirar el suelo cuando pasamos cerca de una construcción o junto a un grupo de hombres para evitar notar cómo sus miradas se clavan en nuestras pechugas”. Estas son las palabras de una integrante del Observatorio Contra el Acoso Callejero de Chile (OCACChile).
Del Piropo al Desencanto
Patricia Gaytan Sánchez en su estudio sociológico “Del Piropo al Desencanto” habla de que desde una perspectiva amplia “a priori” no todo acto de piropeo constituye acoso verbal ya que para muchas personas recibir un piropo “bonito” es una forma de sentirse halagada y bien. Para otras, en cambio, aunque les agrade el piropo en sí, pueden experimentar sentimientos encontrados por el hecho de que un desconocido les dirija la palabra en determinados qué contextos. En este sentido otros especialistas como Carol Gardner o Stanley y Wise están en la posición de considerar que cualquier piropo es acoso dado que significa la invasión de la privacidad de una mujer, bajo el principio de la accesibilidad permanente.
¿En qué momento entonces un piropo se puede convertir en acoso verbal?
Según la socióloga Patricia Gaytan “es difícil encontrar un consenso pues las opiniones son muy variadas al respecto. Incluso, aunque más o menos existen algunas coincidencias, tampoco creo que se pueda llegar a establecer un consenso acerca de los piropos que se consideran bonitos y los que son ofensivos, pues lo que para una persona puede ser tolerable, para otras no”.
Lo que sí que nos recuerda Gaytan en su estudio es que el acoso sexual no se reduce al piropeo, sino que muchas veces va acompañado por miradas insistentes, silbidos, susurros (al oído), gruñidos y tosidos, llamadas insistentes, palabras malsonantes, toqueteos, saludos verbales….
Y concluye… “El acoso sexual en lugares públicos es algo más que el desencanto de un piropo mal dicho: es una interacción violenta que nos compele a entender las relaciones de poder entre hombres y mujeres en la vida cotidiana de una forma diferente”.
Iniciativa popular #NoTienesMiPermiso
Desde hace unos meses en nuestro país ha nacido la iniciativa popular,#NoTienesMipermiso, promovida por Mancomunidad La Vega, precisamente para que se legisle el acoso callejero en España. Más de 1.000 personas han firmado la petición en CHANGE.ORG pero se necesitan muchas más.
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